domingo, 6 de noviembre de 2016

La Confesión

La confesión

Natalia García 

Llevaban meses preparándonos para ese día. Nos habían dicho varias veces que después de la primera confesión tendríamos que repetir el acto al menos dos veces por mes. ¿Acaso iba yo a pecar tanto? ¡Tenía tan solo once años! Llevábamos todo el sexto año de escuela haciendo más exámenes de conciencia y propósitos de enmienda que cualquier penitente en semana santa.  

Lo cierto es que días antes habíamos practicado la confesión. La serie de rituales que le preceden, la retahíla de frases que uno dice antes y después, la posición de las manos y del cuerpo y el tono de voz en el que uno debía hablarle al sacerdote. Al entrar en el cubículo de madera, el confesionario, todo me daba escalofrío. Imaginaba que al mirar al sacerdote estaría yo intentando descifrar cómo sería unir todos esos pedacitos de rostro que se dejaban ver a través de las rejillas por las que había que hablarle y entonces iba a olvidar todo lo que tenía que decirle.

Solo Dios sabe cuánto dolor de barriga tuve en aquellos días al imaginar todo lo que podría salir mal, las veces que iba a olvidar los latiguillos religiosos y mis propios pecados, el tono de voz de castigo del sacerdote al escuchar lo que le tenía que contar.

El día de la confesión llegó y yo la verdad es que estaba más nerviosa que en un examen final. Entré al confesionario temblando y le dije muy escrupulosamente al sacerdote que yo no me acusaba de nada, que ni Ave María Purísima ni pecados concebidos, que le podía confesar al señor su dios que yo no quería confesarme. Salí de ahí muy apresurada  y le dije a Madre Graciela que debía ir con urgencia al baño. Permanecí ahí mucho rato temiendo que me expulsaran o que me llevaran al rectorado.



Al regresar parecía que no había sucedido nada. La última de mis compañeras se había confesado y el sacerdote estaba por irse. Al salir del aula me miró y en su rostro pude ver algún rastro de complicidad. No volví a un confesionario nunca más y el sacerdote guardó mi secreto como un secreto de confesión.  

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